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Mostrando entradas de junio, 2011

REPRENDA EL PECADO

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No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas. (Efesios 5:11) En vez de hacer lo que hacen las personas del mundo, debemos reprender su maldad. Se nos pudiera llamar la CIA espiritual: nuestro trabajo es reprender las fechorías de las tinieblas. Nuestro instrumento es la Palabra de Dios: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16, cursivas añadidas). Nuestra vida y nuestras pa la bras deben reprender el mal. A veces por la manera en la que usted vive puede reprender el mal en la vida de las personas. ¿Alguna vez ha caminado hacia personas que saben que usted es cristiano y que da la casualidad que están en medio de una conversación indecente? ¿Cambian de pronto de conversación? Cuando algunos incrédulos con quienes yo jugaba golf se enteraban de que yo era pastor, sus palabras y actitudes cambiaban de inmediato. También Dios nos ha dado la misión de reprende

SEA IMITADOR DE DIOS

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Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. (Efesios 5:1) El imitar a Dios pudiera ser fácil de analizar, pero es difícil de hacer. No puede hacerlo con su propia fuerza. Pero Jesús nos dio en el Sermón del Monte el punto de partida para imitar a Dios. Tenemos que llorar por nuestro pecado con un espíritu quebrantado y contrito. Cuando estemos abrumados por nuestro carácter pecaminoso, tendremos hambre y sed de justicia. Así que hay una paradoja: “Debemos ser como Dios, pero tenemos que reconocer que no podemos ser como Él por nuestro propio esfuerzo”. Una vez que estemos conscientes de la paradoja, entonces sabemos que debe de haber algún otro poder para hacer posible el imitar a Dios. El apóstol Pablo pedía a Dios que nos fortaleciera “con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Ef. 3:16) . El Espíritu Santo da la fortaleza para que seamos “llenos de toda la plenitud de Dios” (v. 19) . Podemos ser como Dios (desde el punto de vista de su carácter) , pero no podemos lograr

LA NORMA DE DIOS

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Seréis, pues, santos, porque yo soy santo. (Levítico 11:45) La vida cristiana pudiera resumirse en esta declaración: Ser imitadores de Dios . Jesús dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48) . El apóstol Pedro reiteró esa norma elevada cuando dijo: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. Cuanto más se conoce a Dios, tanto más se entiende quién Él quiere que seamos, de modo que lo primero que el creyente debe procurar es conocer a Dios (Fil. 3:10) . Eso puede lograrse solo cuando estudiamos el carácter de Dios como se revela en las Escrituras.