DEJE QUE DIOS LO RESUELVA
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46) El apóstol Pedro les dijo a los cristianos que no devolvieran “mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo” (1 P. 3:9). Esa fue la actitud de Jesús. Él pudo hacerlo porque “encomendaba la causa al que juzga justamente” (2:23). La palabra traducida como “encomendaba” significa “entregar a alguien para que se ocupe de eso”. En cada ocasión de sufrimiento, nuestro Señor entregó la circunstancia y se entregó a sí mismo a Dios. Era porque tenía confianza en el justo juicio de Dios y la gloria que sería suya. Esa confianza le permitió aceptar con serenidad tan grande sufrimiento. Esa es la manera en la que usted debe reaccionar cuando se enfrenta a una persecución injusta en el trabajo, en su familia o en otras relaciones. Cuando usted se venga, se pierde la bendición y la recompensa que ha de traer el sufrimiento. La venganza muestra que le falta la confianza que debe tener en el poder de Dios pa